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Situaciones más frecuentes en las que podemos ayudarte
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Estrés
El
estrés se da cuando existen demasiadas o muy complejas exigencias,
que piden nuestra acción y que no sabemos cómo atender,
pues parecen superarnos. El estrés se ha hecho frecuente en la
vida moderna por las crecientes exigencias laborales, por el ajetreo
de la vida en la ciudad y por la sobrecarga que para las mujeres significa
el trabajo doméstico, asumido en su mayor parte por ellas y que
se suma al trabajo fuera de casa. El extremo del estrés se da
en el denominado "burn-out", o síndrome de estar quemado,
agotado. Este síndrome puede darse en el ámbito laboral
y también en el doméstico, por ejemplo, y sobre todo,
cuando en casa hay una persona crónicamente enferma, o muy dependiente,
a la que atender.
Las
situaciones de estrés han de ser afrontadas y no simplemente
rehuidas. Hay un afrontamiento que se dirige a la situación misma,
al problema, con vistas a solucionarlo o paliarlo; y hay, mientras se
soluciona, un afrontamiento dirigido al malestar que la persona padece
al estar estresada. El psicólogo instruye en estrategias concretas
de afrontamiento, potenciando un manejo efectivo de los medios personales
y sociales de que se dispone para superar el problema y para reducir
el malestar.
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Miedos, fobias
El
miedo nace de la anticipación de un daño o mal probable.
Sirve de mecanismo de supervivencia ante los peligros. Es natural y
razonable sentir miedo, por ejemplo, en medio de un incendio en casa
o de una tormenta en descampado. Ese miedo, por molesto que sea, resulta
necesario para sobrevivir. Pero muchos miedos o fobias lo son ante peligros
sólo imaginarios o muy improbables, miedos desproporcionados
al peligro real. Son así, entre otros, el miedo a animales inofensivos,
a los lugares cerrados, o a los abiertos, a quedarse solos o a ser asaltados
en la calle. Todas estas fobias llevan a comportamientos de evitación,
que pueden acabar por incapacitar al individuo fóbico para una
vida normal.
A
la persona con fobias hay que quitarle su miedo irracional, su pánico.
Claro que algunos de los hechos temidos pueden llegar a darse. Nunca
se puede estar del todo seguro de que el avión en que viajamos
no se estrellará o de que no nos asaltarán en la calle
o en casa. Pero son miedos desproporcionados a la amenaza real. Por
otra parte, mientras estemos vivos, habrá peligro de daño
y también de muerte. El único modo de curarse de esos
miedos consiste en una exposición gradual a situaciones temidas,
comenzando por las menos graves. El psicólogo trabaja junto con
la persona fóbica para quitarle sus pensamientos irracionales
y para elaborar una jerarquía de miedos a los que sea capaz de
exponerse para irlos venciendo.
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Timidez
El
miedo social o timidez puede llegar a ser no sólo muy desagradable,
sino inhabilitador. La persona tímida no sabe relacionarse bien
y sufre al entablar comunicación: con desconocidos, con personas
de otro sexo o con personas a las que desea, con los jefes, con los
propios padres. No sabe cómo dirigirse a ellos, sobre todo cuando
necesita algo de ellos. Por el temor a ponerse roja de vergüenza,
evita reivindicar sus derechos e incluso hablar más allá
de lo necesario. Pierde así muchas oportunidades en la vida,
muchos momentos de sentirse a gusto.
Para
superar los miedos sociales la psicología ha diseñado
programas de habilidades sociales; y el psicólogo los aplica
en las circunstancias concretas -de trabajo, de ocio, de relación
erótica- en que la persona tímida los experimenta. Sus
miedos suelen derivar de ideas irracionales sobre las relaciones sociales
y de una cierta torpeza en manejar situaciones nuevas o difíciles.
El tratamiento psicológico de la timidez fomenta la autoestima
de la persona y pone en juego los medios de que dispone para poder llegar
a establecer relaciones apropiadas en su entorno.
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Problemas de pareja
El
enamoramiento no dura siempre; el amor, tampoco. Además, el amor
y la mera voluntad no bastan, por sí solos, para una convivencia
feliz. Al comenzar la convivencia aparecen discrepancias en el modo
de querer organizarla: problemas de incompatibilidad, de incomprensión.
Por otro lado, al cabo del tiempo, las personas emparejadas, por mucho
que se quieran, sufren por la rutina, acaso el aburrimiento de convivir
en la misma compañía. Se dan baches en las relaciones
de pareja y convivencia, a veces hundimientos tan profundos como para
plantearse la separación.
En
problemas de pareja, se trabaja sea individualmente o con ambos a la
vez. Aunque uno solo de ellos plantee la demanda, el trabajo con ambos
suele ser aconsejable, cuando el otro u otra así lo acepta. Entonces
puede haber sesiones conjuntas y también por separado. En ellas,
el psicólogo evalúa la gravedad de los problemas y el
deseo y capacidad de ambos para continuar unidos. Cualquiera que sea
el desenlace de la relación, desempeña un papel de mediador
en los conflictos existentes.
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Depresión
La depresión es un estado de ánimo abatido, de desaliento y tristeza no justificados, de ausencia de gusto por la vida, de falta de energía y motivación para hacer las cosas, sean las de obligación o también de afición. Ese estado de ánimo puede seguirse de la pérdida de un ser querido, de un fracaso sentimental o laboral, o de cualquier otra contrariedad. A veces, parece como si el reloj biológico -o el calendario por donde pasan los años sin alicientes- generara la depresión o disforia: el estado de desánimo y de tedio generalizados.
El psicólogo ayuda a identificar las claves que subyacen al abatimiento y la depresión. Y trata de devolver a la persona deprimida la ilusión y el gusto de vivir. A menudo la depresión depende de ideas irracionales que es preciso contrarrestar. El tratamiento psicológico significa una inyección de optimismo, de expectativas, mediante la discusión de esas ideas y la introducción de pensamientos realistas. El psicólogo puede y suele también prescribir "tareas", actividades, que liberan energía y que sirven para salir del agujero del desánimo.
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Conflictos
No
son raros los conflictos en la propia familia y en el trabajo. Tanto
en casa como en el lugar de trabajo pueden llegar a extremos insufribles
y con sentimientos de indefensión, sin poder hacer nada, o sin
saber bien qué hacer. Así sucede en el acoso duradero,
sexual o laboral, y en el "mobbing". Hay, además, conflictos
personales interiores, cuando se necesitan o se desean cosas que son
incompatibles entre sí. También en estos casos se siente
la persona como paralizada, bloqueada.
En
los conflictos, el psicólogo actúa haciendo ver a la persona
los recursos que tiene a su disposición: no se halla tan indefensa,
tan desamparada como cree. Enseña a utilizar y potenciar los
recursos disponibles. También contribuye a la clarificación
de los propios deseos y necesidades y a la correspondiente toma de decisiones.
Ayuda, en fin, a manejarse, entretanto, con prudencia y buen ánimo,
mientras el conflicto se resuelve o se disuelve.
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Ansiedad
La ansiedad es un miedo vago, desproporcionado y generalizado en momentos y situaciones que no son amenazantes o no lo son como para sentirte ansioso. A veces se presenta sola, sin otras manifestaciones. Rara vez, sin embargo, es así; y acompaña con frecuencia a otra clase de problemas psicológicos, con los cuales se mezcla: con la depresión, con el duelo, los conflictos. La ansiedad es desagradable y, además, disfuncional: dificulta mucho disfrutar de la vida.
El psicólogo identifica las claves que generan la ansiedad, detecta los problemas o amenazas que en cada caso concreto subyacen a la que experimenta la persona, instruye en procedimientos de relajación que sirven para reducirla, y ayuda a cambiar aquellos comportamientos que la están manteniendo de forma permanente.
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Separación / Divorcio
La ruptura de una relación sentimental siempre es dolorosa;
y suele serlo más cuando la iniciativa la ha tomado la otra persona,
o cuando ésta ha sido reiteradamente infiel o ha emprendido otra
relación. La separación de la pareja hunde a veces en
desesperación, en depresión o al menos en profunda crisis.
En ocasiones, además, puede inducir una huida hacia adelante
en la que la persona abandonada se recluye en sí misma o, por
el contrario, busca alocadamente nuevas relaciones que no le podrán
colmar justo por el modo en que las busca. A menudo trae consigo problemas
económicos y de cuidado de los hijos, cuando los hay. Y casi
siempre significa perder amistades que se tenían en pareja.
La psicología ayuda a percibir que no se hunde el mundo, aunque
se haya hundido el matrimonio o la relación; y proporciona recursos
para reconstruir la propia vida y abrirse camino por uno mismo encontrando
alternativas sea con otra pareja, sea a solas. Contribuye así
a afrontar la situación difícil de persona separada y
a tejer una nueva red de relaciones sentimentales o amistosas, aprendiendo
para el futuro desde la experiencia misma de la separación. En
consecuencia, ayuda a hallar sosiego y también felicidad más
allá de la dolorosa ruptura.
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Otros problemas
La
variedad de problemas que puede atender el psicólogo es muy amplia:
desde los trastornos graves de personalidad o de conducta hasta cuestiones
de vida cotidiana en el trabajo o en las relaciones familiares. Con
criterio flexible e integrador, el psicólogo aplica las técnicas
mejor adaptadas a cada cual frente a su respectivo problema o situación.